martes, 9 de noviembre de 2010

NI LA CLIMATOLOGIA PUDO CON NOSOTROS

¡¡Menudo Reencuentro!! Pedazo de organización, no faltó un detalle. Ni el lluvioso día que algunos temían pudo con las ganas que teníamos de volver a encontrarnos.

Lógicamente, faltaron muchos compañeros con sus familias, pero los que estuvimos nos acordamos de todos. Y como muestra un botón. Aquí tenéis el mensaje que se le envío a Beatriz Ovando, que el viernes había dado a luz, y su respuesta:

Nuestro mensaje : "Muchas felicidades de tus compañeros y compañeras de promoción. Brindaremos por ti y tu niña. Un beso."
Respuesta de Beatriz: "Muchas Gracias a todos. Perdonad que no contestara ayer, pero estuve muy liada. Estamos locos de alegría y mi niña sana, que es lo importante, y además muy linda. Besitos.

Como ya se ha comentado, los anfitriones fueron magníficos. Desde aquí nuestra más sincera enhorabuena a los dos, Juangui y Mª José. Muchísimas Gracias, de corazón.

Para que os hagáis una idea de como fue esta Escapada a Aracena, aquí tenéis un pequeño resumen:

El viernes ya llegaron algunos compañeros que pudieron disfrutar de la magnifica compañía de los anfitriones, y que pudieron comprobar que significa Martin del Cid en Aracena. Si había alguna pega con algo, con nombrar a Juangui el problema desaparecía.

El sábado, sobre las 12:00, llegó el grueso de la expedición al punto de encuentro, el restaurante "La Angarilla". Sobre las 13:00 h. nos montamos en un autobús concertado por Juangui que nos llevó a su finca, donde disfrutamos de unas viandas y pudimos recoger alguna que otra bolsita de castañas. Precioso el paisaje y la casa donde nos refugiamos de la lluvia. Magnífico el rato de convivencia que pudimos disfrutar en esta mini-excursión.

De vuelta al Restaurante, nos sentamos a comer. Ni que decir tiene que toda la comida estuvo buenísima y que nadie pasó hambre. A los postres, Mª José, la esposa de Juangui, recibió un bonito ramo de flores, y el amigo Juangui fue agasajado con un pergamino con la poesía que hizo al día siguiente del 12-J, debidamente enmarcada. Si bonita es leerla, imaginad lo que es que te la lea el autor. Más de una lágrima se escapó.
A continuación, el amigo Evaristo recibió, también debidamente enmarcada, la poesía que en su día le dedicó a Juangui, y  que tuvo a bien compartir con nosostros en el blog. También nos la leyó, con lo que las lágrimas siguieron cayendo.
El personal de Utrera obsequió a los compañeros de fuera con unas docenas de mostachones, de los que alguno dio buena cuenta en vivo y en directo.
Ya fuera de guión, el compañero Ignacio Galván le entregó a Viruez un par de botellas de vino para que se las hiciera llegar a su paisano Juan Luis. Sabemos que la añada era algo vieja, aunque no pudimos ver de que bodega provenían. El que al parecer sí conocía la bodega era el dueño del restaurante, que regaló a Ignacio otra botella de la misma bodega.

Tras la sobremesa, nos fuimos a tomarnos unas copas largas a una bar ubicado en la calle Juan del Cid. ¿Casualidad ? Tras conseguir que el Dj pusiera el Cd que llevaba Reyes, echamos algunos bailes. Ya con la noche encima, los mediopensionistas dispusieron su marcha y los pensionistas buscaron el refugio de la cafeteria del hotel para seguir disfrutando de la cena (de montaditos), de los partidos de futbol televisados o de la "juerga" improvisada que organizaban mas de una de nuestras compañeras. A todo esto la noche era "perruna" con viento y agua por doquier.
Las doce de la mañana del domingo era la hora concertada para que se reuniera el grupo para partir de nuevo a la finca de Juangui. Previamente más de uno visitó el pueblo, su famosa Gruta y algún que otro local para la adquisición de productos autoctonos y endulzantes.
De nuevo el anfitrión y su familia nos agasajó con inmejorables viandas que hizo saltarse la dieta a más de uno, no solo por su cuantia sino por su paladar. El tiempo acompañó mucho más que el dia anterior y la zagalería pudo corretear los montes y los castañales de la zona. También tuvimos la visita de algún equino vecino que nuestro compañero del "cuerpo" con su presencia hizo abandonar su deambular por la finca.
A partir de las cinco de la tarde comenzo el momento de los abrazos efusivos y las lágrimas contenidas. Dejábamos atrás unas jornadas llenas de camaradería, sana amistad y una gran familia que nos recibió con todo el corazón y con toda el alma. Habíamos cumplido el deseo de Martín del Cid de volver a vernos pronto en su tierra, y a quien estaremos eternamente agradecidos por su hospitalidad y su buen hacer. Gracias Juan Ignacio Martín del Cid.